Es una pregunta que me hago casi a diario desde que entré en esta profesión de comunicar. ¿Qué fue de la buena prensa? Entiendo por buena, a aquella que se expresa desde la veracidad, dejando de lado los clichés de héroes y villanos, y donde los intereses personales, económicos y políticos no tienen cabida a la hora de informar. Porque para eso mismo, informar y no dar una opinión, hay que basarse en la verdad.
Año a año, he descubierto los entresijos de esta profesión. De cómo los medios consiguen financiación embelesando al lector para contar las virtudes de un municipio o partido político, de verdades a medias o de colocar el foco de atención en un asunto cuando al director del medio le interese. Jugar a la desinformación, es algo a lo que nos tienen habituados los medios de comunicación de la comarca. O desaparecen y aparecen a conveniencia, o simplemente obvian cierta información a diestro y siniestro. Así de poco ética se ha convertido mi profesión. Todo ello, gracias en parte, a los famosos medios "corta y pega", que ni en corroborar y contrastar informaciones se molestan.
Lo mismo sucede también en radios y televisiones, donde el afán de protagonismo de los comunicadores cobra mayor importancia que la propia noticia, donde los programas radiofónicos se convierten en autobombo, y donde según quién o no me pague, apoyo su causa con un reportaje o no. La pela manda.
Pero también me pregunto ¿Qué fue de los buenos periodistas? De gentes como Juan Díaz o Vicente Fuster. Profesionales del sector que han dedicado su vida a las letras y a informar desde la veracidad. ¿Tendrían a día de hoy hueco en los medios de comunicación locales? Déjenme atreverme a aseverar con un no. Y no es porque experiencia y buen hacer les falte a éstos. Todo lo contrario. Ahora, para trabajar en un medio de comunicación, no basta con escribir y comunicar bien; el periodista debe manejar las redes sociales, controlar la edición visual y fotográfica, incluso manejar telecomunicaciones, entre otras muchas cuestiones. Aunque luego en la nómina, solo se refleje el buen escribir. Créanme que vivir de informar, es todo un privilegio en los días que corren. Así de triste es, pero la crisis afectó a todos los sectores, lo que permitió la entrada de panfletos digitales a coste 0, para denostar a la prensa de verdad, de la que actualmente, aún sigo buscando por estos lares.
Cierto es, que no solo en Benidorm se da este tipo de casos. Los medios de comunicación suelen ser usados y tirados por los políticos de turno. Miren el caso de Cataluña, de como usan a una asociación cultural como Òmnium para inventarse falsas verdades, y luego a través de TV3 trasladarlas. Tal vez, que Benidorm sea un pueblo, contribuye a las malas prácticas periodísticas, o mejor dicho, favorece a alcahuetes y correveidiles.
Seguiré sin comprender a aquellos que se hacen llamar periodistas a la vez que mienten, no solo por su condición como tales, sino por la cantidad de engaños y verdades a medias que sueltan por la boca. Seguramente, por todo lo comentado con anterioridad, las gentes de Benidorm ya no lean periódicos como el Información en la barra del bar, ni siquiera se molestarán en buscar radios locales en su coche, y por descontado, ni mucho menos encenderán sus televisores para visualizar un canal local.
Y no culpo al oyente, lector o televidente, todo lo contrario. Si alguien tiene la culpa de todo esto: son los directores y comunicadores, cegados por sus propios intereses. O al menos eso creo yo. Otros aseverarían que si nos engañan una vez, suya es la culpa, pero si nos engañan dos, la culpa es nuestra...
Rodrigo Quesada
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