lunes, 24 de abril de 2017

#FRANCIA - Una gran democracia debe progresar, o pronto dejará de ser grande o democracia


Siempre he creído y sigo creyendo que las ideas, por mucho que pase el tiempo, siguen quedando latentes, a pesar de que sus precursores nos las llevaran del todo a cabo. Si la pasada semana les comparaba estas elecciones francesas con la revolución del Siglo XVIII, hoy me ahorro la comparación y les soy directo. Francia está volviendo a liderar el cambio en Europa, como ya lo hiciera en la revolución francesa, pero en esta ocasión parece ser que los extremos y los radicalismos, van a quedarse fuera de escena. 

Ahora, tras que Macron y Le Pen pasen a segunda vuelta, todos cierran filas contra Le Pen. Dos proyectos antagónicos con apoyos muy similares, pero con los que Macron cuenta con una ligera ventaja, y más tras conocerse el apoyo, tanto de los que fueren candidatos a la presidencia en Francia, como por parte de otros partidos políticos de la UE e incluso de España, salvo Podemos que no hay querido mojarse tras que Melenchon se quedara fuera de la segunda vuelta. Ya saben que Le Pen representa ese nacionalismo reacio a través de vilipendiar al emigrante, amenazar la composición de la UE y como no, jugar con el populismo a más no poder. Y es lo que tiene este último: caprichoso y tendencioso, es capaz de engatusar a más de uno, e incluso, hacerte llegar al sillón de la presidencia como Donald Trump. Por ello, no sorprende que Le Pen esté entre los dos candidatos más votados. Pero ¿Y Macron?

En España aquello del centrismo y la tercera vía no cuajó del todo, y parece ser que según transcurre el tiempo, C´s está cada vez más cerca de la irrisoriedad que alcanzó UPyD. Mientras en Francia, en el país de las ideas ilustradas: la neutralidad y lo ecuánime políticamente hablando, ha ganado la primera vuelta de las elecciones presidenciales, y como todo apunta, terminara ganando también la segunda. No creo que la ideología de centro sea impopular, al menos todo aquel que se muestra con un mínimo de coherencia, sabe y comprende de primera mano que una ideología no representa un individuo al cien por cien y tal vez esté de acuerdo en ciertas medidas con el bando contrario. Al menos, en España, parece que no nos gusta mucho la idea, que preferimos ser hooligans de unos o de otros, independientemente del programa electoral. 

Nuestro país vecino, mientras tanto, nos da una clase democrática de cómo respetar unos resultados democráticos y a su vez, derrotar al populismo de una manera brillante en un primer round donde la coherencia y el sentido común logran imponerse a las anticuadas y arcaicas ideas de Le Pen.

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