martes, 26 de enero de 2016

Artículo de opinión. Este pueblo tiene un problema. Rodrigo Quesada

Vivimos en una ciudad, o más bien, en un pueblo camuflado por rascacielos. Eso es algo, que ya todos sabemos. Y como buen pueblo que somos, mantenemos a la orden del día los cotilleos, difamaciones y etiquetas que todo buen pueblo español debe tener. Además, por si fuese poco, también nos conocemos todos. Y cuando digo todos, me refiero a todo y todos. Me explico, despacito y con buena letra.

Como sabrán, hará escasas semanas que comenzó a rodar un proyecto ilusionante para un servidor. Les hablo de la Asociación Jóvenes Benidorm. Un colectivo más que ausente en Benidorm durante los años pasados, que me complace informarles que a cada día que pasa, somos más y más jóvenes que quieren contribuir a mejorar este buen lugar. Pero como toda buena causa, a parte del apoyo, existe la otra cara de la moneda. Los detractores. Y este pueblo tiene muchos, demasiados. No me pregunten por qué. Pero es que Benidorm tiene demasiado cantamañanas, porque otra no es la expresión. Les hablo de los que disparan, y luego preguntan, de los que tienen el desdén de acusar antes de documentarse, y hablar por hablar. Algunos, incluso ya tienden a culpar a los que trabajamos día sí y día también por y para Benidorm, de la manera que sea. Si creas un grupo de quejas vecinales, tienes un interés político detrás; y si creas una asociación, sea cual sea, ya es que vas a trincar. De una forma u otra, pero ahí estará el típico mentecato para recordarte que eres un interesado, y que nada o poco haces por el bien común, sino todo lo contrario, te difamara hasta la médula y dirá que todo lo que haces es para el único fin de lucrarte. Se cree el ladrón, que todos son de su misma condición.

Pero al caso, que aquí, en este pueblo en cuestión, sabemos de qué pie cojea cada uno. Y si por obra y gracia del Espíritu Santo aún mantienes ambas piernas intactas, prepárate para que intenten dejarte cojo, manco e incluso tuerto. Es más, ya si opinas de forma abierta políticamente hablando, abre el paraguas, que la lluvia de ostias puede salpicar hasta al más santo.

Y es que, la cosa no acaba aquí. La cantidad de opinólogos profesionales supera a la de los cantamañanas, que ya es decir. Muy abundantes en las redes sociales, como sabrán, pero que se extienden desde el mismísimo Rincón de Loix hasta la propia Cala de Benidorm. Todos unos expertos de cualquier materia que se hable, diga o se escriba

Este pueblo tiene un problema.



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